Entrevista con Barbara Ludwig sobre la remodelación

Todas las habitaciones han sido remodelados de manera diferente. ¿Cuál es su favorita?

Sin duda, es la de Berta Zuckerkandl.

Para empezar, déjenme explicar brevemente el concepto de la remodelación. Nuestro hotel Beethoven es un alojamiento para los aficionados a Viena. Cada una de las 6 plantas cuenta un capítulo de la rica cultura de nuestra ciudad, desde la literatura en los cafés pasando por, obviamente, Beethoven y sus tiempos hasta la revolución cultural de la Secession. En cada una de las habitaciones encontrará referencias, en la decoración, en documentos, en fotos, de los personajes históricos y contemporáneos.

Mi habitación favorita es la de Berta Zuckerkandl-Szeps, una mujer extraordinaria, un espíritu libre con un gran corazón. Se encuentra en la sexta planta, dedicada a las mujeres fuertes e extraordinarias de Viena. Por sus características Berta Zuckerkandl también me recuerda de mi madre. Existen tantas anécdotas sobre ambas – sobre su dicha de vivir, su espontaneidad y su manera de tomarse la vida tan fuera de serie.


El hotel ha estado en manos de su familia durante los últimos 10 años. ¿Porqué estos cambios, porqué ahora?

Debería preguntar, ¿porqué solamente ahora? En la fachada no se pueden percibir, a pesar del estilo clásico, nuestras facetas más bellas. Este edificio se ha desarrollado desde afuera hacia adentro. Solamente después de algún tiempo hemos sido capaces de formular y consolidar nuestras ideas sobre el edificio, nuestro mensaje y nuestro futuro. El diseñador Gregor Eichinger me ha ayudado interpretar la esencia del hotel. Su singularidad está en sus fracturas estéticas. En los años 50 se abrieron y ampliaron el vestíbulo y el salón de estar acristalado, poniendo elementos típicos de la época en latón. Hoy no queremos ser ni clasicistas, ni parecer vintage, queremos respetar el edificio.


Seguramente ha investigado sobre la historia del edificio, ¿hay algún personaje que toma como modelo?

La abuela del propietario anterior se llamó Helene Jungreuthmayr. Ella, madre soltera de dos hijos, en 1953 se puso a remodelar el edificio, entonces de apartamentos, construido en 1902 en el estilo de la época, y convertirlo en hotel. Ella vivió en lo que hoy es la habitación 204, y de ahí llegó a trabajar hasta su muerte a la edad de 92. Fue una hostelera y anfitriona dedicada. Esto es como también me veo a mi misma.

Por todo el hotel se encuentran piezas heredadas de mi familia. Los ejemplos más emblemáticos son el gran piano Bösendorfer de mi madre y la librería de mis padres. Los domingos en el salón de estar se vuelve a escuchar la música de este piano. En la librería, el Salon Ludwig, apellido de mi familia, nuestros huéspedes pueden disfrutar de momentos tranquilos. El vestíbulo y el salón de estar acristalado ofrecen otros espacios de sosiego.


¿Tiene un apodo?

Si, soy “la Ludwig del Beethoven”. Me apellido Ludwig, y Beethoven fue el nombre del hotel aún antes de comprarlo nuestra familia.


¿En algún momento ha pensado cambiar el nombre del hotel?

Lo pregunta porque este nombre puede ser llamativo o porque Beethoven originó de Bonn, en Alemania? No me parece importante, ya que tenía el nombre cuando lo compramos. En mi familia la música tiene un papel importante. Mi madre de hecho quiso hacer una pianista de mí. A los 10 años me incorporé a la preparación para los cursos de piano en la Academia de Música. Por estos motivos fuertemente emocionales nos gusta mucho el nombre, no pensamos cambiarlo.